Memorias de una princesa rusa - anonimo

Memorias de una princesa rusa

esta novela (diario ) los la brinda la romancera Wildlife y nos brinda la oportunidad de leer algo diferente pero muy .........
Memorias de una princesa rusa es un clásico de la literatura erótica universal. Relata las aventuras eróticas de la princesa Vávara Sofía, durante el reinado del emperador Pablo, hijo de Catalina II, la famosa zarina de Rusia que shockeó al mundo de su época con los escándalos sexuales de su corte, que se difundieron y aplicaron a la nobleza e incluso al pueblo ruso. Es de autor anónimo e impacta lo explícito de su contenido.

Un pequeño extracto de la misma:
"Pronto el mujik se disparó por razones de fuerza mayor, encontrándose en una especie de cielo paroxístico, las sensaciones experimentadas lo aguijonearon, el movimiento se convirtió en una necesidad y comenzó a dar empellones con sus caderas con tanta fuerza y energía que la princesa gritó de deleite. El mujik empujaba, y no bien percibió el estado de su pareja y notó que ella compartía sus placeres, redobló los movimientos y, mezclando los gemidos de éxtasis, sus cuerpos se elevaban y hundían en la consecución del acto obsceno. La princesa lamentaba que no pudiese durar eternamente, Iván se esforzaba por alcanzar el punto culminante de su goce, que también significaría el punto final de su desenfreno. La princesa sintió que las partes del libidinoso se volvían más duras y calientes, el mujik creyó que sus sentidos lo abandonaban mientras llegaban juntos a un coito frenético y, con rugidos de satisfacción tan roncos como los de un semental con una yegua, inyectó en el cuerpo de la princesa una asombrosa cantidad de semen. La embriaguez de su descarga provocó que el mujik emitiera gritos de regodeo, mientras la damita, abrumada por el éxtasis que él le ocasionaba, permaneció casi desmayada mientras recibía la inundación. Apenas había acabado Iván cuando recomenzó, y ella, que empezaba a deleitarse con el miembro potente de ese hombre vulgar con mayor fruición de la que jamás había experimentado, se entregó por entero a la brutal voluptuosidad de verse así ferozmente ultrajada. Después de tres coitos completos, el mujik se retiró del cuerpo de la princesa, con su apetito carnal aplacado por el momento, y permaneció resonante, con los ojos entrecerrados, a su lado.

Descargar

No hay comentarios: